El objetivo es ganar tiempo, facilitar el trabajo y prevenir los riesgos de contagio. Se harán pruebas con ellos a partir de septiembre en la península.
Simi Wang, directora de ventas de la compañía Keenon Robotics (Shanghái, China), recibió una llamada a finales de enero. “Necesitamos ayuda. Necesitamos robots”, le dijeron desde un hospital de su país, cuando se agudizaba la gravedad de la pandemia por el nuevo coronavirus. El colapso de los centros médicos y la sobrecarga de los sanitarios frente a esta crisis sanitaria incipiente fue lo que puso todo en marcha. Más de 200 hospitales de China y 170 restaurantes y hoteles del país utilizan hoy dispositivos de su empresa para evitar la propagación de la covid, tanto para desinfectar superficies como para entregar comida y material a pacientes. “Todo empezó para prevenir la infección, pero luego entró en la rutina diaria de la gente. Les facilitaba la vida y el trabajo”, añade la experta que acaba de recibir una petición de de unas 1.000 unidades desde Corea del Sur. “Creo que irá a más”, confía.
Su proyecto ya alcanza Europa. Sus robots, que cuestan entorno a 15.000 dólares (12.700 euros) para los de entrega y 47.000 (unos 40.000 euros) para los desinfectantes, ya están probándose en España. “También es necesario utilizar estas interfaces aquí para luchar contra la pandemia y aprovechar esta situación para abrir las mentes”, comienza Jorgina Díaz Torres, directora de Desarrollo de Negocio Digital en Alisys, una empresa asturiana con más de 20 años de trayectoria orientada al desarrollo de soluciones de comunicación y gestión que permitan ayudar a las empresas a establecer relaciones más simples y eficaces con las personas. La compañía cuenta con dos salas de exposiciones, una en Gijón y otra en Madrid, para que la gente pueda probar los dispositivos y familiarizarse con ellos. “Estamos en fase piloto todavía. Ahora los estamos configurando y en septiembre hacemos demostraciones [con dos hospitales y un restaurante] para mostrar las capacidades de los robots y sus posible casos de uso”, añade la especialista que no puede dar, por ahora, el nombre de las instituciones involucradas.
Para empezar, hará falta tan solo un robot por planta del centro para probar el dispositivo. En China ya cuentan con entre tres y cinco por hospitales, según afirma Wang. La introducción de estas tecnologías en España se hará en tres etapas. La primera y quizás la más importante, será la fase de educación e información, pues en Europa hay cierta desconfianza hacia estas máquinas que podrían “robar el empleo” de mucha gente, explican la dos expertas consultadas. “Tenemos que explicar bien que no es así. Que estas tecnologías están aquí para ayudar. Hay que recordar bien por qué las producimos”, detalla Wang. “Sí, es imprescindible precisar que estos robots no pueden hacerlo todo, sino que están destinados a una tarea muy concreta”, añade la española. “Esa es la última etapa, de hecho”, precisa. La intermediaria permitirá establecer contacto directo con los dispositivos en las salas de exposiciones para introducirlos en el contexto real y humano. “Este nuevo aspecto de interacción social permite “humanizar” la tecnología, generando un vínculo emocional con el usuario que revierte en una mayor colaboración e involucración en el proceso que se esté llevando a cabo”, cuenta Díaz.
La experta de la empresa de Shanghái confirma que la relación entre la gente y las máquinas es muy bueno. “Aquí estamos más familiarizados con la tecnología que vosotros. No lo vemos como una amenaza para el ser humano, todo lo contrario”, subraya. “Es cuestión de culturas y requiere tiempo convencer y extender estas ideas a todo el mundo”, reconoce. Para Wang es crucial cambiar la definición que los europeos tienen de la tecnología ya que no existe solo una. Los robots son muy diversos, cada uno tiene su papel y, según aconseja, hay que verlo como una máquina que hace la vida más sencilla. “No son esas cosas que vemos en las películas ni tampoco van a sustituir al ser humano”, insiste.
Ampliar más allá de los hospitales
Cuenta Díaz que, durante la pandemia, Alisys llevó a cabo una iniciativa de apoyo a las residencias de mayores y cedió uno de sus robots para su uso con las personas mayores que se encontraban aisladas para aportarles la parte emocional que tanto necesitaban. Después de hospitales y restaurantes, el objetivo es introducir los robots de Keenon en las residencias donde se ha visto, y se sigue viendo, el impacto más potente. “Yo creo que será fácil. Es el lugar perfecto y no hay mucha gente. Permitirá establecer contacto con estas personas y prevenir infecciones”, opina.
Wang pretende ampliar su proyecto hacia más hoteles, casinos y aeropuertos, dónde siempre hay mucha gente y posibles focos de contagio. “El coronavirus ha dado a nuestros robots una nueva función y en China vemos muchas soluciones frente a esta epidemia”, concluye. Por su parte, Díaz está entusiasmada. “Estoy convencida de que esta pandemia cambiará la idea que tenemos de la robótica y tirar todas las ventajas posibles empezando por la reducción de la exposición al virus”, finaliza. “Eso sí, hace falta tiempo y paciencia”, remata.
ft: Retina